Monday, January 21, 2008

Problemas de convivencia

Hace apenas un mes que tengo roommate después de un año y medio de vivir sola. Cuando llegó, aunque no estaba del todo convencida, me emocionó la idea de tener una compañera.

Los primeros días su comportamiento fue medianamente bueno, digamos que comprensible.

Desde el inicio pude ver que teníamos reglas de higiene muy distintas, a ella no hay piso que le alcance para ensuciar y le da igual vivir entre malos olores. En cambio a mí, si bien es cierto que no soy la mujer más ordenada del planeta, jamás me ha gustado vivir en la suciedad, no lo soporto, y amo los aromas a limpio.

Como buena anfitriona, me esmeré por darle un buen recibimiento, le acondicioné un lugar para dormir, le compré comida y hasta juegos para entretenerse en sus ratos libres. Jamás ha pasado hambres porque siempre he estado al pendiente, aunque creo que no hay comida que la tenga satisfecha, devora todo, y cuando digo todo ¡ES TODO! Lo mismo le da un cómic olvidado de los X-Men, que unas pantuflas, un par de tenis, mis plantas que tanto me gustan, mis manos, mis pies calzados o desnudos, o la “maravillosa” comida que hacen los señores de Pro Plan, la cual, por el precio, pensé que le bastaría, pero nada es suficiente y ella no encuentra la diferencia.

Los días de felicidad en que creía que la convivencia cada vez iba mejor se fueron quedando en el olvido, ella se volvió una rebelde sin causa que hasta el día de hoy no puedo parar. Hasta donde yo sé es bastante pequeña, eso me dijeron y yo lo creí, pero ahora está instalada en una maldita etapa de rebeldía cual si fuera adolescente en pleno divorcio de sus padres.

Nada de lo que dice la madre tiene sentido, mucho menos genera respeto, y por supuesto siente que sólo estoy a su servicio para cuando a ella se le antoje desordenar, comer, asearse, gruñir o jugar.

Aprendí a quererla desde el principio, no es un acto que me cueste trabajo, y la verdad es que el cariño ha ido en aumento, creo que es mutuo. Ni siquiera importa que mida lo mismo que mi pie, ella es mi guardiana y me cuida.

Lo que no cuida nada son sus modales, está decidida a lograr que la acepte tal como es… con defectos y virtudes, con amor y desamor, suave como gaviota pero felina como una leona, tranquila y pacificadora pero al mismo tiempo irreverente y revolucionaria, feliz e infeliz, realista y soñadora, sumisa por condición, más independiente por opinión ¡porque soy mujer! ¿Ah no verdad?, ese es otro post. Total, ella no es mujer, de hecho ¡es una perra! Tal como lo leen y sin afán de insultar.
El punto es que, como les decía, está dispuesta a lograr que la acepte tal como es más por agotamiento que por convencimiento, porque no existe nada que la canse de hacerme fechorías, y hoy me hizo la peor…

Entré a mi casa y muy quitada de la pena salió a recibirme, cabe mencionar que (EN TEORÍA) no se puede salir de “su cuarto” a menos que yo le abra, pero encontró la manera y antes de que yo llegara se dedicó a regar por toda la sala y el comedor (que tampoco es que midan 100 mts2) la tierra de mis queridas y ya casi desaparecidas plantas.

Todavía que entré en shock y empecé a dar de gritos, la muy sinvergüenza me dio la cara y se sentó a verme enfrentándome con una mirada que yo interpreté como:
-¿Tu qué onda? ¿Ya te vas a poner blandita? Porque ésta también es mi casa y yo aquí también dispongo… ¡Ah! Y hazle como quieras, pero después limpias.

Mis gritos no fueron suficientes, la quería asesinar en ese mismo instante (mi querido amigo Inphi sí tenía razón cuando escribió que todos llevamos dentro un asesino en potencia), pero reaccioné a tiempo para demostrarle quién manda en esta casa.

Ahorita mismo está castigada sin poder salir, y durará así un buen rato. La iba a dejar sin cenar, pero me pareció una medida extrema, no puedo negarle a nadie el comer cuando es uno de mis máximos placeres, hasta tiene suerte de tener una madre adoptiva con valores arraigados. Lástima que yo trabaje todo el día para poder darle lo mejor y que ella, a su edad, no pueda entender que todo es por su bien.


My little ¿princess? Leia

7 comments:

Anonymous said...

Y lo que te falta. Un Beagle es un demonio chiquito, es como nieto de Lucifer y difícilmente se podrá reformar. Así que habrá muchas más de estas peleas entre mujeres. Yo te recomiendo mucha paciencia. Por otro lado, no hay mejores compañeros que los perros. Camila también ya ha tratado de hacer de nuestra casa una zona de guerra, pero le está costando trabajo porque estamos empeñados en mantener el mayor orden posible.

El sábado que recogimos todo, se quedó como diciendo "¿Y ahora?, ¿tanto desmadre hice para que lo limpien así de rápido? Guarda a tu asesino.

Anonymous said...

Bonita perra, bonita dueña..

David el Terrible said...

AY AY AY, AHORA RESULTA QUE ES UNA MOSERGA TENER UNA PERRITA. DATE POR BIEN SERVIDA QUE LA MASCOTA ES LA QUE TE AGUANTA, JEJEJEJ. TÚ SÍ PUEDES DECIR LO QUE TE MOLESTA DE ELLA, PERO ELLA NO PUEDE NI HABLAR NI ESCRIBIR UN BLOG PARA QUEJARSE DEL MALTRATO. JEJE.

UN BESO.... A LEIA.

Ricardo Otero said...

"Lástima que yo trabaje todo el día para poder darle lo mejor y que ella, a su edad, no pueda entender que todo es por su bien."

Cuando te referiste como la mamá, pensé que era en sentido figurativo... Pero vaya que adoptaste el papel!!!

Anonymous said...

DE COCINA PASAMOS A LAS MASCOTAS. INTERESANTE, INTERESANTE

xosean said...

Me gustó mucho el párrafo de la maestra D'Alessio, nunca te habái leído, me latió, por aquí estaré husmeando de vez en cuando, si no tienes incoveniente.

Unknown said...

pero ya no la tienes ya para q te quejas