Salí de la sucursal del banco, abrí la puerta de mi coche, me subí, me quedé en silencio un par de minutos sin saber en qué pensar primero, sonó mi celular, y era Luis Felipe quien desde el otro lado del teléfono me decía:
LF: ¿Mi amor, cómo estás? ¿Ya firmaste?
Yo: Sip
LF: ¡Felicidades! ¿Cómo te sientes?
Yo: No sé, quiero llorar
LF: ¿De emoción?
Yo: Pues sí, pero no sé decirte lo que se siente, es un tipo de felicidad que no había sentido nunca, inexplicable...
Las lágrimas rodaban y rodaban, hacía mucho tiempo que no lloraba de emoción, aunque de forma distinta...
Ayer adquirí lo que será mi propia guarida (como dice mi papá). Aunque una parte todavía sea del banco, jaja.
Es un sentimiento extrañísimo, me cayeron mil cosas a la vez y experimenté una cantidad enorme de sentimientos juntos que, como le dije a Luis y a mi mamá desde el principio, no podría explicar, pero no quería dejar de compartirles mi felicidad y decirles que en cuanto aquello deje de ser zona de guerra después de la mudanza, estarán invitados para darle el "remojón".
Y como el hecho no podía pasar desapercibido, Luisito y yo celebramos como se debe, quizá mejor... Pero con una botella de champaña de por medio, que nos duró como media hora del gusto por estar brinde y brinde... ¡Gracias por hacerme pasar una increíble noche de celebración completa!
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A mis papás quiero darles un ¡¡¡¡¡Gracias!!!!! muy especial por todo el apoyo. ¡Los adoro! Sin ustedes esto no hubiera sido posible.
